Hace poco me explicaron que, ciertas personas, poseen un tipo de pensamiento llamado "pensamiento en árbol". El concepto es fácil. Imaginemos un árbol, con su tronco, sus raíces y sus ramas. Incluyamos en la escena una ardilla que, juguetona por naturaleza, salta de rama en rama. Bien, pues en esto se basa el pensamiento en árbol. Ya sea en conversaciones o, en monólogos internos, el sujeto en cuestión, pasa de idea en idea, haciendo conexiones totalmente lógicas en su mente. Hasta aquí, no problema: una mente activa y jovial ¡maravilloso!.
Impulsada por la fuerza del autodescubrimiento, leí algo sobre el tema, con ánimo también de esclarecer la sombra de mis dispersas ideas y, por consecuencia, mis dispersos "relatos". De ahí he venido sacando algunas conclusiones que, sobra decir, son subjetivas todas ellas.
Poseyendo este tipo de pensamiento y sumergida en conversaciones donde predomina la confianza y el conocimiento entre los participantes, no suelen advertirse conflictos. Si la ardilla pega un salto, cambiando así el hilo de la conversación sin aparente lógica, el resto de protagonistas suelen ser capaces de hacer las conexiones necesarias para seguir con el tema. A lo sumo, en caso de advertir caras de "me he perdido", con una breve explicación, (me he acordado de esto porque...), suele ser suficiente.
Pero las cosas, en ocasiones, suelen complicarse. Cuando la ardillita está inspirada y salta y salta, y retrocede a ramas pasadas, e incluso en un acto de libertad, salta a otro árbol, agárrate que vienen curvas. Las caras de "Tutankamón petrificado" pueden abundar. Una breve explicación de cómo se han unido las ideas en tu cabeza, no sirve, no ayuda. No es sencillo explicar por qué la conversación giraba en torno a la última película de Tarantino, y tú has concluido que la astenia primaveral es complicada. Para que los "Tutankámones" vuelvan a su ser, lo mejor es verbalizar "¡uy! me he desviado de la conversación".
Y no, esto no es todo, ricemos más el rizo. Existen días en los que la ardillita está más inquieta y efusiva. Llamémosles días hormonalmente complicados. El animalito salta y salta excitado pero, una rama se rompe y se enfada. Continúa saltando y saltando, expresando sus ideas locas, pero otra rama cae o, quizás la rompe ella misma. Sigue enfurruñándose. Ardillita, ardillita, baja del árbol y anda un ratito por el llano sendero, por favor.
La gran suerte de todo esto es que, en los bosques, también suele haber lagos, estanques. Personas, en este caso, que llegan a entender y a seguir el hilo de la conversación, empatizando e incorporándose a los saltos ajenos. ¡Regalos divinos de la naturaleza!.
Ahora bien, pensamiento en árbol o no, es absolutamente necesario tener a mano la denominada "nothing box". Hay que utilizarla como si del mejor kit de supervivencia se tratase. Con ello, podemos evitar colapsar a las momias y, también a las ardillas que, habitualmente caen rendidas en el nido, deseando dormir plácidamente en su árbol callado.
El problema es cuando la mente no para y no sabemos pararla. Y hay personas que llega la noche y siguen saltando de rama en rama, de un pensamiento a otro, y cada vez mas oscuros, por ser la noche. Conozco alguna persona que le ocurre y aunque ella lo cuenta con naturalidad a mi me parece super angustioso. Hay que aprender a parar la mente y dedicar ratos a la nada. Aunque a mi esa persona me suele decir que esa capacidad de no pensar en nada es lo que me engorda🙊
ResponderEliminarCierto, hay que saber parar ña cabeza de vez en cuando, pero algunas veces cuesta demasiado
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