sábado, 26 de diciembre de 2020

EN EL APEGO DE LA TEORÍA


  John Bowlby planteó que, la selección natural, a lo largo de la evolución, favorecía a aquellas personas que creaban vínculos de apego, ya que éstos les proporcionaban ventaja en la competición por la supervivencia. Bowlby comprendió lo que muchos de nosotros nos negamos a aceptar hoy en día: que los seres humanos estamos programados para elegir a individuos particulares y convertirlos en seres valiosos para nosotros, de los que, en cierta manera, vamos a depender.

  Parece ser que esta teoría la comprendían mejor nuestros antepasados. Las actividades que aseguraban el bienestar del grupo, las realizaban en compañía, protegían a los solitarios y cuidaban de los que, por una causa o por otra, eran los más débiles. En esencia, dependían los unos de los otros, sin realizar conjeturas de si dicho comportamiento era el adecuado o no.

  Aunque muchas son las investigaciones que se han realizado en torno al apego, nos cuesta aceptar algunas conclusiones de las mismas. En el caso del apego infantil, la cosa está algo más clara. Resulta tan obvio que los bebés dependen de sus cuidadores, que es algo aceptado y asumido. Dependen de dichos vínculos para asegurar su completo bienestar físico y emocional.

  Pero, ¿Qué ocurre con el apego adulto? ¿Qué sucede cuando un adulto airea que depende de sus personas elegidas?. Esto pasa a ser algo más dudoso y juzgado, tal vez por la moderna creencia de que los adultos debemos ser, obligatoriamente, independientes para todo.

  Y es que, tendemos a confundir conceptos. Asumir que necesitamos de nuestros vínculos de apego, no significa, necesariamente, ser una persona dependiente o no empoderada. Significa asumir una gran paradoja: que dependemos de esos lazos para desarrollarnos plenamente y afrontar la vida de manera autónoma. Depender para la completa independencia. 

  Quizás hemos deseado que la actual pandemia pusiese, en este sentido, las cartas sobre la mesa, dado que la privatización de cosas, pone en evidencia lo mucho que las necesitamos. Quizás, podríamos darnos cuenta de que alejarnos (o estar obligados a ello) de estos vínculos, amarga el alma. Sin embargo, como debemos ser fuertes e independientes, en ocasiones nos negamos a aceptar esto, dejando abierta la puerta a una completa soledad.

    Tal vez, la evolución nos esté obligando a inventarnos un nuevo apego teórico, en el que tanto los duelos, como las pandemias, por ejemplo, las tengamos que afrontar de manera autónoma. Un poco de ayuda bien, pero sin pasarse, que somos mayores e independientes. Un apego virtual, basado en la soledad y, disfrazado de independencia.

    

lunes, 14 de diciembre de 2020

AHORA

    Me resulta fascinante observar a un niño mientras juega. Y, me refiero concretamente al acto de jugar, basándome en la absoluta creencia de que, al menos en las primeras fases de la niñez, los niños no realizan, por voluntad propia, ninguna tarea que no adquiera un sentido lúdico para ellos.

    Ajenos a las complicaciones de la vida adulta, se sumergen, sin esfuerzo alguno, en el simple juego, en el aquí y el ahora. Sin pasado, sin futuro. Cuando los adultos invadimos ese mundo y, realizamos algún comentario sobre vivencias pasadas o que están por venir, aún pudiendo recordarlas, el niño no comprende, no adquiere sentido para él. En su completa felicidad del ahora, piensa "ahora estoy jugando con esto, eso ya pasó". Y de ahí, pueden llegar a darse situaciones completamente surrealistas para los infantes como, por ejemplo, el tener que asumir un castigo tardío.

    "Los mayores", corroídos por la envidia y anhelando esa paz interior, intentamos una y otra vez arrastrar nuestra ajetreada mente y cansado cuerpo al presente y, meditamos. Pero....una vez fulminadas esas primeras etapas de nuestro ciclo vital, EL REMOLINO ya está en marcha. El inmenso REMOLINO  formado de recuerdos, nostalgia, de personas, de vivencias diversas y de velocidades.

    Más allá de nuestra dificultad para vivir el presente, puede que, engullidos en esta espiral de recuerdos pasados, situaciones presentes y elucubraciones futuras, nos quedemos incluso hasta estancados en el pasado. Sea por decisiones ajenas, caprichos de la vida o por el ya famoso síndrome de Peter Pan, hay ocasiones en las que nos aferramos a lo que ya se fue, negándonos así la oportunidad de vivir el momento actual. Podemos llegar a construir un presente soportado, únicamente, en cimientos ya pasados. Y, claro,  tenemos que meditar.

    A todas aquellas personas que la meditación les resulte tremendamente difícil y frustrante, les recomiendo, fervientemente, tomarse unos segundos para observar a los más pequeños. Muchas son las enseñanzas que nos ofrecen a diario y, muchas son las veces en las que me pregunto quiénes deberían ser realmente los aprendices. 

    Estoy segura de que meditar ayuda pero, humildemente opino, que la paz interior posee destellos infantiles.

domingo, 6 de diciembre de 2020

ARDILLAS COLAPSADAS


    Hace poco me explicaron que, ciertas personas, poseen un tipo de pensamiento llamado "pensamiento en árbol". El concepto es fácil. Imaginemos un árbol, con su tronco, sus raíces y sus ramas. Incluyamos en la escena una ardilla que, juguetona por naturaleza, salta de rama en rama. Bien, pues en esto se basa el pensamiento en árbol. Ya sea en conversaciones o, en monólogos internos, el sujeto en cuestión, pasa de idea en idea, haciendo conexiones totalmente lógicas en su mente. Hasta aquí, no problema: una mente activa y jovial ¡maravilloso!.

 Impulsada por la fuerza del autodescubrimiento, leí algo sobre el tema, con ánimo también de esclarecer la sombra de mis dispersas ideas y, por consecuencia, mis dispersos "relatos". De ahí he venido sacando algunas conclusiones que, sobra decir, son subjetivas todas ellas.

    Poseyendo este tipo de pensamiento y sumergida en conversaciones donde predomina la confianza y el conocimiento entre los participantes, no suelen advertirse conflictos. Si la ardilla pega un salto, cambiando así el hilo de la conversación sin aparente lógica, el resto de protagonistas suelen ser capaces de hacer las conexiones necesarias para seguir con el tema. A lo sumo, en caso de advertir caras de "me he perdido", con una breve explicación, (me he acordado de esto porque...),  suele ser suficiente.

    Pero las cosas, en ocasiones, suelen complicarse. Cuando la ardillita está inspirada y salta y salta, y retrocede a ramas pasadas, e incluso en un acto de libertad, salta a otro árbol, agárrate que vienen curvas. Las caras de "Tutankamón petrificado" pueden abundar. Una breve explicación de cómo se han unido las ideas en tu cabeza, no sirve, no ayuda. No es sencillo explicar por qué la conversación giraba en torno a la última película de Tarantino, y tú has concluido que la astenia primaveral es complicada. Para que los "Tutankámones" vuelvan a su ser, lo mejor es verbalizar "¡uy! me he desviado de la conversación".

    Y no, esto no es todo, ricemos más el rizo. Existen días en los que la ardillita está más inquieta y efusiva. Llamémosles días hormonalmente complicados. El animalito salta y salta excitado pero, una rama se rompe y se enfada. Continúa saltando y saltando, expresando sus ideas locas, pero otra rama cae o, quizás la rompe ella misma. Sigue enfurruñándose. Ardillita, ardillita, baja del árbol y anda un ratito por el llano sendero, por favor.

    La gran suerte de todo esto es que, en los bosques, también suele haber lagos, estanques. Personas, en este caso, que llegan a entender y a seguir el hilo de la conversación, empatizando e incorporándose a los saltos ajenos. ¡Regalos divinos de la naturaleza!.

    Ahora bien, pensamiento en árbol o no, es absolutamente necesario tener a mano la denominada "nothing box". Hay que utilizarla como si del mejor kit de supervivencia se tratase. Con ello, podemos evitar colapsar a las momias y, también a las ardillas que, habitualmente caen rendidas en el nido, deseando dormir plácidamente en su árbol callado.

viernes, 4 de diciembre de 2020

EL MUNDO DE MIDAS

    Tal vez sea hora de aceptar que Los Favoritos de Midas reinan en el mundo actual. Tal vez, asumir esa cruel realidad ayude a comprender mejor. Porque, una cosa está clara, las viejas estructuras están descatalogadas, obsoletas. 

    Como si de un rinoceronte blanco se tratara, se considera a aquella persona que, sin ánimo de lucro, decide ayudar a otra, un ser poco común, inusual, me atrevería a decir que hasta demasiado osado.

    No vamos a caer en la nefasta profecía de que los jóvenes de ahora no saben, no hacen, no quieren, no dicen, son o no son. La juventud actual, simplemente arrastrada por el rey, sigue la corriente de los cánones de moda actuales.

    Y es que los reinados y el poder son así, hacen y deshacen a su antojo. Destierran a los pocos supervivientes reflejados en entes con arrugas y cachabas, que se aferran a la sociedad actual como pueden y como les dejan. Alguno de ellos, por suerte, intenta dejar un pequeño legado, recordando mesas adornadas con curruscos de pan, en las que la educación y el respeto eran asignaturas obligatorias. Inconscientes, seguramente, de que esa vida escasa en bienes, rebosaba valores anti-Midas.

    El problema no es que la sociedad no evolucione, porque lo hace. El verdadero dilema es hacía donde nos dirigimos, hacia donde nos guían Los Favoritos. No está de moda pararse a reflexionar sobre situaciones que no ocupen el propio espacio vital. Empatía: palabro descatalogado.

    Y así, poco a poco las viejas estructuras dan paso a los nuevas, fortaleciendo el "progreso". A riesgo de ser tremendamente pesimista, auguro un mal futuro junto a Los Midas. Pero como Tosar brillantemente nos demostró, mejor unirse a ellos que seguir basándose en viejas estructuras que nos hacen débiles e inestables.

ABSURDA SENSATEZ

 Cuando las navidades se acercan, pareciera como que el mundo se dividiese en dos. Sin motivo aparente, las personas adultas deciden tomar p...