miércoles, 25 de diciembre de 2024

ABSURDA SENSATEZ

 Cuando las navidades se acercan, pareciera como que el mundo se dividiese en dos. Sin motivo aparente, las personas adultas deciden tomar partido y, conscientes o no, se posicionan en el grupo con el que más identificados se sienten.

En estos dos bandos, se encuentran aquellas personas que guardan el espiritu navideño intacto, cómo si el tiempo no hubiera borrado la ilusión que experimentaron de niños. Pese a las dificultades que la vida les vaya ofreciendo, o la tristeza que experimenten por causas diversas, el brillo de las luces, el compartir con amistades y familia y la suerte de adornar una bonita mesa, sigue llenándoles de bienestar y agradecimiento. Pueden hasta resultar seres extraños, sumergidos en una sociedad llena de prisas, de jaleo, de inquietudes y de relaciones tóxicas. Pero la mayoría optan por hacer caso omiso, y siguen encantados poniendo el lacito en el árbol, aún teniendo ojos vacilones escrutando sus navideños movimientos.

En el bando contrario tenemos obviamente, los que abandonaron estas fechas en la niñez, decidiendo que la ilusión experimentada antaño, era meramente comercial, basada en engaños sociales y diluida en desgracias madurativas. Por lo general, comparten mesa como tantas otras veces y poca cuenta dan de los adornos y brillos variados. 

Este último grupo es, en muchas ocasiones, el que pone mirada acusativa en los otros extraño seres, que siguen a su aire tarareando y oliendo a castañas. Acusan, juzgan o simplemente bromean sobre los adultos que disfrutan de las luces navideñas. Son verdaderos Grinch que intentan poner  sensatez a una ilusión banal, que sólo tienen derecho a disfrutar los niños. Las navidades no están de moda en los adultos y es una cosa que hay que asumir cuanto antes.

Pero.....¿Y si todo lo decidiéramos así? ¿Qué pasaría si toda la ilusión de la vida adulta se quedase estancada en la infancia?. Cierto es que la vida puede llegar a ser muy dura, y que los baches en el camino pueden llegar a oscurecer fechas y momentos de manera brutal. Reponerse a veces no es tarea fácil y, en consecuencia, podemos sentirnos desilusionados e inapetentes. Además de que, claramente, sobra decir que cada persona tiene total derecho a disfrutar de lo que realmente le dé la gana.

No obstante ¿No sería mejor dejar ser felices a las personas que conservan la ilusión? Ya sea navideña o no. Es más, diría que para contrarrestar un pelín esta amarga sociedad, ¿No convendría impulsar su reproducción y contagio?.

Quizás si el mundo estuviese guiado por niños y niñas rebosantes de alegría y de luces, las navidades tendrían más sentido. 

Quizás...la vida también lo tendría.




ABSURDA SENSATEZ

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