lunes, 13 de diciembre de 2021

FIN

Cada vez que me mira, llora desconsoladamente. Por momentos parece reconocerme: siempre tan atento y dispuesto. Durante años, fui el mejor apoyo para ella. Un apoyo fiel e incondicional, que sabía guardar sus largos relatos y fantásticas historias. Después, vinieron los recordatorios, las fechas señaladas y, los nombres de aquellas personas que ella se negaba a olvidar. Marginado en un polvoriento rincón de la casa, anhelo sentir las pocas palabras sueltas y, en su mayoría carentes de sentido, que ella logra escribir en el blanco nuclear de mis maltrechas hojas. Contemplo su último instante de lucidez. Con lágrimas en los ojos y extraordinaria claridad, termina la palabra que ambos más tememos.

 

 

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